Para
poder elaborar un adecuado tratamiento con psicofármacos en imprescindible en
primer lugar un correcto diagnóstico, acompañado de una investigación
contrastada para poder prescribir una medicación concreta. Todo ello acompañado
de una actualización permanente de los médicos.
Los
criterios éticos marcan las investigaciones en niños/as, no están permitidos
los estudios realizados en niños/as por las leyes de protección infantil. Esto
provoca que no haya avances en la ciencia. Además a esto le acompaña las
grandes dificultades burocráticas a las que debemos enfrentarnos y el hecho de
que las farmacéuticas no lo consideran
un colectivo rentable.
La
farmacocinética del niño y del adolescente es distinta de la del adulto y como
tal debe estudiarse. No se pueden utilizar los mismos fármacos, ni dosis y por
supuesto tampoco los mismos periodos de tiempo.
Es muy
importante la comunicación entre el médico y el paciente y la familia para
tener esta mayor información, educación el niño/a y la familia, mayor respeto y
confianza. Todo ello provocará el cumplimiento del tratamiento.
El
tratamiento psicofármaco debe estar indicado por un facultativo, ser eficaz y
atenerse a normas éticas y de protección del niño.
Es
una temática delicada, debe estudiarse detenidamente y por supuesto primar
siempre en bienestar y la salud del menor por encima de los logros del
facultativo.
Lo que es vergonzoso, es que siempre
primen intereses económicos a la salud de las personas. Especialmente, si se
trata de niños y niñas.
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